Descripción del producto
Este disco es una especie de fotografía sonora para el recuerdo. Una de aquellas fotografías antiguas que se cuelgan en el comedor, y donde los abuelos, vestidos de fiesta y retocados por la mano del fotógrafo para salir bien guapos, le sonríen al futuro. Pero no es la ronda. Es una parte muy pequeña de ella, aunque muy querida para nosotros, y que nos gustaría recordar, porque desde hace algún tiempo, y sin olvidar nunca las canciones y músicas populares que constituyen el alma de lo que hacemos, hemos ido dejando un huequecico en las rondas para una serie de canciones que, en este país tan silencioso, pretenden hablar y que hablemos y se hable de nuestras cosas, de nuestra gente y nuestros lugares.
…De pantanos fantasmas, que después de tantos años sólo sirven para almacenar rabia, pero han causado ya tanta desolación como los que guardan agua – Habanera triste -; de “héroes” populares como Mosén Bruno Fierro – Mazurca de Bruno -; de la fiesta, que nos ayuda a vivir – Días de albahaca -; de nuestro hogar: Boltaña – La ronda enamorada -, sus aldeas – O viento rondador -, y Sobrarbe entero – El país perdido -; pero también de amor – Las bodas de Chistén, Luz de otoño -, y del pasado y el futuro en los ojos de un niño – El dolmen de Tella -.
No es la ronda, desde luego. Le falta todo aquello que sólo puede encontrarse una tarde de fiesta en el país. Pero, después de todo, es un disco de la Ronda. Por eso hemos querido incluir también tres pequeñas piezas instrumentales de las que hicimos para bailar cuando el cuerpo lo pide: – Esperando a Teresa, Pasodoble del Trastiello y Yeba -: dos pasodobles y una canción inspirada por el “cascabillo” y las alegres horas de fiesta vividas en uno de los más hermosos y desconocidos pueblos del Pirineo.
Y naturalmente, hay también cuatro piezas populares del Sobrarbe. Dos de ellas son emocionados homenajes. Os probechos, a Juan Cazcarra, de Bestué, el último de los viejos gaiteros sobrarbenses, de cuyo repertorio formaba parte esta canción; y también a todos los amigos que desde los Monegros al Pirineo tanto han hecho por recuperar este instrumento. Y el Palotiau de Boltaña, a todos los que lo han bailado, lo bailan y lo bailarán. Finalmente, las otras dos canciones populares son la Mazurca del puro, una preciosa pieza de baile aprendida de Marino Ferrández, músico boltañés ya desaparecido, y Niña bonita, una picante y divertida canción, muy apropiada para cuando el porrón causa sus efectos, que las gentes que nos la enseñaron hace tanto tanto tiempo, -cuando éramos unos críos-, dicen que compuso -o al menos popularizó-, Benito Jal.
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